jueves, 23 de noviembre de 2006

Los riesgos de un trabajo invisible

Nada debe impedir que los niños, niñas y adolescentes accedan a la educación y tengan tiempo para estudiar, tal como se los asegura la legislación chilena. Sin embargo, uno de los mayores problemas que enfrentan quienes trabajan para el propio hogar es el abandono de sus estudios y en esta situación se encuentra un 33%.

De igual forma, dentro de este grupo, un 47% de quienes logran asistir de manera “regular” al colegio presenta un retraso escolar. Estas cifras son develadas en el estudio “Niñas, niños y adolescentes: Los riesgos de un trabajo invisible para el propio hogar”, realizado por la Coordinadora del Programa IPEC de la OIT, María Jesús Silva y publicado recientemente.

Los números muestran una dura realidad puesto que, a pesar de esta deserción, a más del 70% de ellos les gustaría desarrollarse profesionalmente, porque saben que ésta es la única forma de salir del círculo de la pobreza. Tienen conciencia que si los interrumpen, su sueño de aspirar a trabajos bien remunerados no se hará posible.


"Un 33% de quienes realizan labores para el propio hogar abandona sus estudios por esta causa. Esta cifra contrasta dramáticamente con el 70% de todos ellos que desearían seguir estudiando, para así salir de la pobreza"

“Cada año más de educación –dice María Jesús Silva- es una posibilidad de obtener un mayor ingreso, ya que en la medida que disminuye la escolaridad, la brecha se amplía y resulta difícil lograr remuneraciones que aseguren una calidad de vida razonable”.

La deserción escolar afecta principalmente a las mujeres con un 36% versus 21% de los hombres. Dentro del grupo que abandona sus estudios, quienes lo hacen más frecuentemente son los adolescentes. Mientras más edad tienen, la situación se torna más compleja. Tanto dentro del grupo de adolescentes de ambos sexos como en el de madres se presentan los más altos porcentajes de deserción, un 29.8%. “En el grupo de las madres adolescentes esta situación es más alarmante, asegura la socióloga, ya que tres de cada cuatro no asisten al colegio”. Si bien este fenómeno es menos frecuente en los niños y niñas más pequeños, es preocupante su alto grado de inasistencia, que llega a 11.3 puntos porcentuales sobre la tendencia nacional (0.8%) para ese tramo de esta edad.


Razones del abandono

Los niños, niñas y adolescentes realizan a diario intensos trabajos que terminan desgastándolos física y psicológicamente. Un 27% de ellos labora para el hogar más de las 45 horas semanales “legalmente” permitidas para los adultos en el mercado. Cuando deberían descansar para ir al colegio, el 15% está haciendo quehaceres para el propio hogar; más de cuatro veces a la semana, en horario nocturno.

Compatibilizar ambas actividades provoca en ellos un gran agotamiento que ocasiona un bajo rendimiento y aprendizaje y, peor aún, la deserción escolar.

Frente a esta realidad, la autora destaca la importancia de crear políticas
que permitan subsanar esta situación. “Esto es muy relevante si se considera que de los adolescentes entre 15 a 17 que no asisten a la escuela, el 20% realiza quehaceres intensos para el propio hogar”.

Por ello, para superar estas desigualdades se hace necesario desarrollar instancias para que las niñas, niños y adolescentes puedan continuar sus estudios. Así alcanzarán mejores niveles de educación y optarán a trabajos más dignos.

Otras razones que explican, en parte, la realización de los quehaceres para el propio hogar son los bajos niveles culturales en los adultos y la escasa importancia que éstos le atribuyen a la asistencia escolar de sus hijos. A veces las personas con poca educación consideran que el trabajo de los niños y niñas no es malo y que las actividades que ellos realizan al interior del hogar son su mejor escuela. El problema se torna más complejo si se considera que el 61% de los niños, niñas y adolescentes que realizan este tipo de labores forman parte de familias donde el jefe o jefa de hogar sólo alcanzó la enseñanza básica, realidad que afecta a los sectores más pobres.

Por lo tanto, resulta fundamental que a las distintas instancias que ya se han puesto en marcha para evitar el trabajo infantil y adolescente, se sumen otras iniciativas orientadas a este grupo en especial, para que le aseguren la continuidad de sus estudios.

Gracias a Sonia Alvarez S. (OIT Chile) por la información

Link: OIT Chile