lunes, 20 de noviembre de 2006

Esos aterrorizadores y frecuentes gritos...

La mayoría de los padres y madres reconocen gritar a sus hijos con más frecuencia y con más intensidad de lo que quisieran.La verdad es que en el relato se ven levemente arre-pentidos(as), y justifican estos gritos excesivos ante la imposibilidad de encontrar otro medio más eficaz, según ellos, para conseguir cambiar la conducta infantil. Mañas y pataletas, cuando son niños, o bien las llegadas tarde cuando ya son adolescentes.¿Qué se pretende cuando se grita? Se pretende, sin duda, que el niño no vuelva a cometer la falta que ha motivado la ira de los padres. Sin embargo, en los niños pequeños tiene el efecto de que en el futuro el niño cesará la conducta sólo cuando la furia de sus padres ha alcanzado un nivel que es muy nocivo para la relación.El niño aprende a obedecer sólo cuando los padres están descontrolados. Así, él obedece desde el miedo, pero no desde el raciocinio.Los padres en descontrol pierden autoridad, aún cuando conservan poder. El poder del terror, pero ningún padre quiere que su hijo le tenga miedo. Sin duda, quiere que aprenda razonando, lo que es más largo, pero más seguro. No crean que no entiendo que algunas acciones, especialmente las faltas reiteradas, producen rabia e impotencia. Muchas veces los niños también operan desde el descontrol. Unos lápices nuevos son una invitación casi irresistible para que rayen una pared.¿Por qué él va a controlar sus ganas de pintar la pared, si el padre no logra controlar la violencia en su contra? Ciertamente, cuando usted se equivoca no le parecería lógico que su jefe le gritara en forma destemplada. Si lo hiciera, usted lo acusaría de maltrato.Con los niños no es diferente, estoy consciente de lo difícil que es el autocontrol, cuando algunos niños llevan la situación al extremo, y lo fácil que es caer en conductas violentas con los niños, aunque en nuestro fuero interno nos parecen inaceptables.Buscar calmarse desafortunadamente parece ser la única solución. Verbalizarle al niño que se está muy molesto(a) y que iremos a reflexionar porque lo que hizo no está bien. Es bueno decirle que se conversará más tarde, cuando estén calmados, acerca de cómo reparar lo que ha hecho y cómo puede evitar que se vuelva a repetir la falta.Así, además de tener tiempo para que usted logre calmarse, el niño aprenderá por modelo a reflexionar.Aunque difícil, el autocontrol de los padres es una virtud indispensable para educar a los hijos. Y no crea que no entiendo sus ganas de gritar cuando se siente superado por la desobediencia de su hijo, pero entenderlo no me autoriza a validar la falta de autocontrol suyo.